Es curioso, pero nuestra forma de querer me hace gracia, ya no sé como describirlo, quizás tenemos forma de querer de niños. Llegamos a ser tan insoportables que todos saben que sentimos algo, pero tontos de nosotros que no queremos admitirlo.
Esto no llega a ser ninguna confesión, y mucho menos una declaración, porque antes de admitirlo yo, lo vas a admitir tú, y antes de que eso pase vamos a dejar de sentir, total, ya somos piedras.
Esto no llega a ser ninguna confesión, y mucho menos una declaración, porque antes de admitirlo yo, lo vas a admitir tú, y antes de que eso pase vamos a dejar de sentir, total, ya somos piedras.